no sé como
explicarlo, no me había pasado antes, a ella nunca la sentí mía. Fue extraño,
estuvimos juntos cerca de mil seiscientos años, hicimos el amor alrededor de
seis millones de veces, sin embargo, jamás la sentí mía, nunca sentí a esa
mujer llena de secretos, llena de noche, llena de estrellas.. llena de
pensamientos reales o pensamientos dispersos fuese mía. Recuerdo los días en
que ella se quedaba a dormir a mi lado, y yo despertaba en mitad de la noche
unas mil quinientas veces y quedarme despierto solo para observarla,
detallarla.. y no sentirla mía, ni una pizca de ella fue mía.
fue una
relación exclusiva pero discreta, “como si hubiésemos sido compañeros de
trabajo o jefe y secretaria y nadie podía enterarse de aquello”. Habían Crónicas.. con
sus amigos de mi decía ella, mis amigos sospecharon algo extraño,
pero lo respetaron. No tuve sexo con alguna otra que no fuese ella en
esos mil seiscientos años y si ella me fue infiel, sólo ella misma y el
universo lo sabrán. Después de un tiempo dejé de celarla y aquello no era “confianza” eso
era, resignación… resignación a que me amara un poco como yo la amaba a ella o
a que me dejara un día cualquiera cuando ya no me necesitara. Fue la primera
vez que sólo intenté relajarme y disfrutar del viaje sin importarme el destino
y sin importarme que esta vez no era su servidor quien manejaba.
no sé cómo
explicarlo, no me era permitido tener secretos, pero ella estaba hecha de
ellos. Decidí hacer lo que nunca antes había hecho y desnudé mi alma y me senté
a la orilla de aquello y amé a una mujer que no le interesaba ser mía, aunque
yo era suyo. Tampoco le interesaba construir algo conmigo, aunque algunas veces
ella ponía algún ladrillo siempre al final del día con la punta del pie lo
tumbaba, ella estaba manejando para dejarme tirado en cualquier momento.
Después de un tiempo, hacer el amor se convirtió en sexo y dejé de esforzarme..
sólo le daba sexo y sexo pedía, como para saciar alguna necesidad, pero el
cambio se notó desde el primer día, por decir algo tonto, ella nunca volvió a
dormir en mi pecho.
dejé de
morder entre sus piernas, ¿para qué marcar territorio? Mis intentos
se pueden resumir en la siguiente frase: sembrar en tierra ajena. Nunca
supe si aquella tierra era de algún otro o sencillamente era de ella, sin
dueño. He amado a otras mujeres antes, pero todas fueron mías y yo de ellas,
pero ese sentimiento de propiedad nunca lo tuve en ella, con ella. Después de
un tiempo fue como hacer el amor con una extraña, así me sentí muchas veces,
meter el pene en una pared, con una pintura muy bonita, pero al fin y al cabo era
una pared.
nunca fue mía..
lástima por ella, por nosotros..
1 comentarios:
te veo volviendo, vaya q perdiste miles de seguidores, los baños de la universidad aún hablan de ti
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