lunes, 13 de marzo de 2023

no fue mía..

no sé como explicarlo, no me había pasado antes, a ella nunca la sentí mía. Fue extraño, estuvimos juntos cerca de mil seiscientos años, hicimos el amor alrededor de seis millones de veces, sin embargo, jamás la sentí mía, nunca sentí a esa mujer llena de secretos, llena de noche, llena de estrellas.. llena de pensamientos reales o pensamientos dispersos fuese mía. Recuerdo los días en que ella se quedaba a dormir a mi lado, y yo despertaba en mitad de la noche unas mil quinientas veces y quedarme despierto solo para observarla, detallarla.. y no sentirla mía, ni una pizca de ella fue mía.

fue una relación exclusiva pero discreta, “como si hubiésemos sido compañeros de trabajo o jefe y secretaria y nadie podía enterarse de aquello”. Habían Crónicas.. con sus amigos de mi decía ella, mis amigos sospecharon algo extraño, pero lo respetaron. No tuve sexo con alguna otra que no fuese ella en esos mil seiscientos años y si ella me fue infiel, sólo ella misma y el universo lo sabrán. Después de un tiempo dejé de celarla y aquello no era “confianza” eso era, resignación… resignación a que me amara un poco como yo la amaba a ella o a que me dejara un día cualquiera cuando ya no me necesitara. Fue la primera vez que sólo intenté relajarme y disfrutar del viaje sin importarme el destino y sin importarme que esta vez no era su servidor quien manejaba.

no sé cómo explicarlo, no me era permitido tener secretos, pero ella estaba hecha de ellos. Decidí hacer lo que nunca antes había hecho y desnudé mi alma y me senté a la orilla de aquello y amé a una mujer que no le interesaba ser mía, aunque yo era suyo. Tampoco le interesaba construir algo conmigo, aunque algunas veces ella ponía algún ladrillo siempre al final del día con la punta del pie lo tumbaba, ella estaba manejando para dejarme tirado en cualquier momento. Después de un tiempo, hacer el amor se convirtió en sexo y dejé de esforzarme.. sólo le daba sexo y sexo pedía, como para saciar alguna necesidad, pero el cambio se notó desde el primer día, por decir algo tonto, ella nunca volvió a dormir en mi pecho.

dejé de morder entre sus piernas, ¿para qué marcar territorio? Mis intentos se pueden resumir en la siguiente frase: sembrar en tierra ajena. Nunca supe si aquella tierra era de algún otro o sencillamente era de ella, sin dueño. He amado a otras mujeres antes, pero todas fueron mías y yo de ellas, pero ese sentimiento de propiedad nunca lo tuve en ella, con ella. Después de un tiempo fue como hacer el amor con una extraña, así me sentí muchas veces, meter el pene en una pared, con una pintura muy bonita, pero al fin y al cabo era una pared.

nunca fue mía.. 

lástima por ella, por nosotros..